jueves, diciembre 29, 2005
Will and Skylar lie in bed. Skylar watches Will sleep. She
gets up and goes to the fridge. Returning to the bed:
SKYLAR
Will? Are you awake?
WILL
No.
SKYLAR
Come with me to California.
WILL
What?
SKYLAR
I want you to come with me.
WILL
How do you know that?
SKYLAR
I know. I just do.
WILL
Yeah, but how do you know?
SKYLAR
I don't know. I just feel it.
WILL
And you're sure about that?
SKYLAR
Yeah, I'm sure.
WILL
'Cause that's a serious thing you're
sayin'. I mean, we might be in
California next week and you could
find out somethin' about me that you
don't like. And you might feel like
"hey this is a big mistake."
(getting upset)
But you can't take it back, 'cause you
know it's real serious and you can't
take somethin' like that back. Now
I'm in California, 'cause you asked me
to come. But you don't really want me
there. And I'm stuck in California
with someone who really doesn't want
me there and just wishes they had a
take-back.
SKYLAR
"Take-back?" What is that? I don't
want a take-back. I want you to come
to California with me.
WILL
I can't go out to California.
SKYLAR
Why not?
WILL
One, because I have a job here and two
because I live here--
SKYLAR
(beat)
Look, Will if you're not in love with
me, you can say that.
WILL
I'm not sayin' I'm not in love with
you.
SKYLAR
Then what are you afraid of?
WILL
What do you mean "What am I afraid
of?"
SKYLAR
Why won't you come with me? What are
you so scared of?
WILL
What am I scared of?
SKYLAR
Well, what aren't you scared of? You
live in your safe little world where
nobody challenges you and you're scared
shitless to do anything else--
WILL
--Don't tell me about my world. You're
the one that's afraid. You just want
to have your little fling with the guy
from the other side of town and marry--
SKYLAR
Is that what you think--
WILL
--some prick from Stanford that your
parents will approve of. Then you'll
sit around with the rest of the upper
crust kids and talk about how you went
slummin' too.
SKYLAR
I inherited that money when I was
thirteen, when my father died.
WILL
At least you have a mother.
SKYLAR
Fuck you! You think I want this?
That money's a burden to me. Every
day I wake up and I wish I could give
that back. I'd give everything I have
back to spend one more day with my
father. But that's life. And I deal
with it. So don't put that shit on
me. You're the one that's afraid.
WILL
What the fuck am I afraid of?!
SKYLAR
You're afraid of me. You're afraid
that I won't love you back. And guess
what? I'm afraid too. But at least I
have the balls to it give it a shot. At
least I'm honest with you.
WILL
I'm not honest?
SKYLAR
What about your twelve brothers?
WILL
Oh, is that what this is about? You
want to hear that I don't really have
any brothers? That I'm a fuckin'
orphan? Is that what you want to hear?
SKYLAR
Yes, Will. I didn't even know that?
WILL
No, you don't want to hear that.
SKYLAR
Yes, I do, Will.
WILL
You don't want to hear that I got
cigarettes put out on me when I was a
little kid. That this isn't surgery
Will lifts his shirt, revealing a six inch SCAR on his torso.
WILL (cont'd)
You don't want to hear that. Don't
tell me you want to hear that shit!!
SKYLAR
Yes I do. Did you ever think that
maybe I could help you? That maybe
that's the point, that we're a team?
WILL
What, you want to come in here and
save me? Is that what you want to do?
Do I have a sign that says "save me"
on my back?
SKYLAR
I don't want to "save" you. I just
want to be with you. I love you. I
love you!
Will, full of self-loathing, raises his hand to strike her.
WILL
Don't bullshit me! Don't fuckin'
bullshit me!
SKYLAR
(standing up to him)
You know what I want to hear? I want
to hear that you don't love me. If
you tell me that, then I'll leave you
alone. I won't ask any questions and
I won't be in your life.
A beat. Will looks Skylar dead in the eye. Lowers his hand.
WILL
I don't love you.
He walks out.
lunes, diciembre 26, 2005
El Último Magnate
Francis Scott Fitzgerald
miércoles, diciembre 21, 2005
lunes, diciembre 19, 2005
Gustave Flaubert (Madame Bovary)
“Tantas veces le había oído decir estas cosas, que no tenían ninguna novedad para él. Emma se parecía a las amantes; y el encanto de la novedad, cayendo poco a poco como un vestido, dejaba al desnudo la eterna monotonía de la pasión que tiene siempre las mismas formas y el mismo lenguaje. Aquel hombre con tanta práctica no distinguía la diferencia de los sentimientos bajo la igualdad de las expresiones. Porque labios libertinos o venales le habían murmurado frases semejantes, no creía sino débilmente en el candor de las mismas; había que rebajar, pensaba él, los discursos exagerados que ocultan afectos mediocres; como si la plenitud del alma no se desbordara a veces por las metáforas más vacías, puesto que nadie puede jamás dar la exacta medida de sus necesidades, ni de sus conceptos, ni de sus dolores, y la palabra humana es como un caldero cascado en el que tocamos melodías para hacer bailar a los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas."
domingo, diciembre 18, 2005
Ahora que tiene amputados corazón y manos, no sé de qué te va a servir. Pero dice que sigue esperando. Que los ha guardado en un frasco de cristal bien cerrado en la nevera. Ya sabes dónde habita. Dice que te espera en la cama, que te ha dejado una bata blanca a la entrada y el resto de instrumentos en el baño. Que cuando quieras puedes ir a devolverle la vida que se ha quitado y a curarle las heridas. Ya sabes que siempre creyó en segundas oportunidades.
jueves, diciembre 15, 2005
El corazón sin tráfico. Los semáforos verdes.
Sólo quiere que le den un abrazo de esos que dicen "estoy para quedarme, para desayunar contigo y contarte cuentos por las noches".
Está pidiendo a gritos que le cierren la boca con los dedos borrachos. Cansado de vivir en los tejados y mendigar amor y algo de abrigo.
Tiene los ojos vacíos.
Las piernas desgastadas. La cama en carne viva.
Sólo quiere que le besen por dentro. No tener que aparcar en doble fila. Dejar el alquiler. Pagar una hipoteca. Amueblar una casa. Conocerte. Amarte. Que dejes tu ropa en el armario y en el baño el cepillo de dientes.
martes, diciembre 13, 2005
Con los dedos.
De nuevo.
Y con la boca.
Has tropezado en rincones inadmisibles. No puedo perdonarte. He de ponerme seria esta vez. Desde que me conoces te he enseñado mi cuerpo. No sólo en fotografías. También has visto dibujos y hasta has podido tocarme.
No sólo tocarme.
Has tenido la suerte de probar conmigo todos tus sentidos [Doy fe de que funcionan a la perfección].
Pero no me distraigas.
Te digo que te equivocas. Que tus dedos ya no saben moverse por mis calles. Que me estás descolocando las piezas.
lunes, diciembre 12, 2005
domingo, diciembre 11, 2005
“¿Te acuerdas de mí? Yo aún maldigo tus besos, tus abrazos, los columpios de madera verde del parque de abajo, las canciones de los setenta, los versos, tus manos en mis tobillos, tu boca en mi espalda… he perdido la piel. Ni siquiera supe guardar un poco para coser a esta última carta. Ahora todo me afecta. Ni siquiera puedo abrir ya la ventana. El viento puede partirme los huesos y abrasarme la endodermis”.
sábado, diciembre 10, 2005
jueves, diciembre 08, 2005
LUCÍA: Oye, ¿puedo hablar contigo?
LORENZO: ¿Ahora?
LUCÍA: Bueno, pues luego.
LORENZO: Es que estoy con un amigo... ¿sobre qué es?
LUCÍA: Verás...
LORENZO: ¿Te pasa algo?
LUCÍA: Sí
LORENZO: Dime
LUCÍA: ¿Ahora?
[Lorenzo se sienta en su mesa, y le pregunta]
LORENZO: Sí ¿Cómo te llamas?
LUCÍA: Lucía
LORENZO: Yo Lorenzo
LUCÍA: Ya lo sé, te conozco... he leído tu novela, varias veces y... ya no he podido leer nada más... se me ha agarrado por dentro y... no me suelta; pero, también te conozco de seguirte por la calle, cuando te veo, me gusta andar detrás de ti y saber a dónde vas, sin que me veas, hasta sé cual es tu portal... está aquí al lado, y a veces te veo en este bar. ¿Te suena mi cara?
LORENZO: No (moviendo la cabeza)
LUCÍA: Yo soy camarera de ese restaurante (del frente), tú nunca has entrado... mi jefe está muy bien y es un buen cocinero... pero me ha propuesto que vivamos juntos, y la verdad es... que me ha hecho mucha ilusión, porque he sentido que me necesita, y ahora él hasta me gusta un poco así que he decidido...
LORENZO: ¿Qué?
LUCÍA: Pues que sepas que yo con quien de verdad quiero vivir es contigo, y no es porque te vea muy solo, es porque estoy completamente enamorada de ti, loca perdida, ya me ves...
LORENZO: Qué valiente eres.
LUCÍA: Pues sí. Y se acabó, yo ya lo he intentado... ¿te ha hecho ilusión? (se quedan en silencio) ¡oye te puedes ir cuando quieras eh! [Lorenzo está sorprendido y después de abrir temblorosamente su cajetilla de cigarros tiene una última pregunta]
LORENZO: ¿Y algo más quieres de mí?
LUCÍA: Sí... que con el tiempo y la convivencia te acabes enamorando de mí, por supuesto.
[Lorenzo se levanta de la silla y parece que se va; sin embargo, se acerca al rostro de Lucía]
LORENZO: Eso está hecho Lucía...
P.D. Era Lucía y el Sexo... qué despiste.
lunes, diciembre 05, 2005
domingo, diciembre 04, 2005
jueves, diciembre 01, 2005
domingo, noviembre 27, 2005
viernes, noviembre 25, 2005
martes, noviembre 22, 2005
Y nunca sabré si van al cine los domingos y eligen la película sólo mirando el cartel. Ni tampoco sabré si continúan viendo a sus amigos del colegio ni si hacen deporte en sus ratos libres. Me gusta observarlos y pensar en su voz y en si tiran la ropa al suelo cuando llegan a casa después de un duro día de trabajo. Si les gusta el café solo o con leche y cuántos sobres de azúcar necesitan. Y quiero saber si abren los ojos cuando besan y la puerta para dejar pasar y si llevan paraguas de colores. Me gusta leerles las manos desde lejos, descifrarles el futuro. Pensar en si precisan gestos o palabras. Si se arriesgan o tienen miedo. Escribo sobre ellos muchas veces preguntándome si alguna vez coincidiremos en un sueño, en un pasillo… si recordaré su cara. A veces una persona sólo se te agarra un momento porque ese magnetismo depende de muchas otras cosas. Quizá mañana me cruce con ellos y ni siquiera enlacemos la mirada. Por eso les dedico este escrito, por lo efímero, por los te-quiero soñados, por la química que sólo dura el camino a casa y porque, afortunadamente, nunca los volveré a ver.
sábado, noviembre 19, 2005
jueves, noviembre 17, 2005
miércoles, noviembre 16, 2005
Como el autor del libro había sido profesor nuestro, contó con nosotros para organizar el acto y encargarnos personalmente de cada uno de los ponentes, a los que haríamos una entrevista después, por parejas. Y aquí es adonde os quería llevar. El personaje del que yo era encargada era nada más y nada menos que José Luis Pecker. Fue una elección personal porque además su hijo nos había dado clase el año anterior y queríamos agradecérselo en cierta forma. También, qué duda cabe, porque es uno de los mejores profesionales de la radio y la TV que ha existido jamás. Pero muy especialmente porque habíamos oído que lo habían dado totalmente de lado en la radio donde trabajaba por aquellos tiempos.
A lo largo de todas las ponencias iban desfilando cada uno de estos (inmensos) periodistas para hablar de su experiencia con Bobby, sus aventuras, lo que aprendieron de él, lo que ha significado para ellos y para la historia de la radio… nosotros (el equipo organizador) esperábamos en un lateral del Aula Magna a que fuera el turno del nuestro para acompañarlo al atril. Pecker fue de los últimos en hablar, y hasta entonces, las palabras de muchos de sus compañeros iban dirigidas a él. Carlos Herrera lo criticó (entre risas y lágrimas) por no escuchar nunca su programa. Pecker, se excusó, cuando fue su turno, diciendo que no lo escuchaba ni a él ni a nadie. Y ¿por qué? Porque lo ha dado todo, ha entregado su vida por la radio, se ha volcado en cuerpo y alma y no se lo han querido agradecer. Nos ha regalado un trabajo ejemplar del que cualquiera de nosotros podría aprender y ni siquiera se han molestado en hacérnoslo llegar a los de mi generación. Se quedó en el olvido de muchos, pero en el recuerdo de los más grandes, y de esas mentes aún despiertas que lo siguen amando. No fui la única que lloró con su intervención, pero es que no es difícil llorar cuando descubres lo que previamente había dicho Bobby en una ocasión: una palabra vale más que mil imágenes. Es cierto, Pecker me lo hizo ver. Su voz, su forma de jugar con ella llevándola a territorios inhóspitos, bailando las palabras, subiendo montañas para luego bucear con ellas… me tocó por dentro hasta descomponerme. Y yo, que lo tenía que ayudar a bajar las escaleras (necesita muletas para sostenerse) para conducirlo a su sitio, casi dejo caer una lágrima. Pero no llegó ahí. Llegó cuando cerró el acto uno de los hijos de Bobby Deglané y entre muchos agradecimientos (¡qué adorable familia!) tuvo un especial recuerdo para José Luis Pecker y, claro, una, que no es de piedra, se pone a llorar, muerta de la vergüenza (pero no lo suficiente como para dejar de hacerlo).
Pero es que una había estado hablando antes con él y ya la había emocionado. Sus palabras de cariño para su mujer (me contó cómo se conocieron, los hijos que tuvieron, los nietos…), cómo se le llenaba la boca hablando de su hijo Carlos (entre otras cosas, realizador de la Ruta Quetzal, y el que había sido mi profesor de Producción y Realización Audiovisual), cómo lo quería la gente (todos los ponentes se entregaban a él en efusivos abrazos). Y, qué queréis que os diga. Bobby ha tenido que esperar mucho tiempo para recibir un más que merecido homenaje y da rabia, mucha. Y a Pecker le han hecho tanto daño que ya ni siquiera es capaz de escuchar la radio (sólo música, Albéniz). Qué pena. Yo es que soy incapaz de asimilarlo. La vida es injusta. Y nosotros… a nosotros nos falta que nos refresquen la memoria histórica un poquito porque es una lástima la basura que tenemos que soportar en los Medios de Comunicación. Y ayer deseé haber tenido veintidós años en los cincuenta.
domingo, noviembre 13, 2005
viernes, noviembre 11, 2005
* Fragmento de una canción de Carlos Chaouen
miércoles, noviembre 09, 2005
domingo, noviembre 06, 2005
al oído. No me busques a oscuras. No me abraces. No me des siempre la razón. Moriré el día en que, sabiendo que me quieres, siga viendo estas nubes negras.
viernes, noviembre 04, 2005
miércoles, noviembre 02, 2005
lunes, octubre 31, 2005
domingo, octubre 30, 2005
Canción de amor de la joven loca
"Cierro los ojos y el mundo muere;
Levanto los párpados y nace todo nuevamente.
(Creo que te inventé en mi mente).
Las estrellas salen valseando en azul y rojo,
Sin sentir galopa la negrura:
Cierro los ojos y el mundo muere.
Soñé que me hechizabas en la cama.
Cantabas el sonido de la luna, me besabas locamente.
(Creo que te inventé en mi mente).
Dios cae del cielo, las llamas del infierno se debilitan:
Escapan serafines y soldados de satán:
Cierro los ojos y el mundo muere.
Imaginé que volverías como dijiste,
Pero crecí y olvidé tu nombre.
(Creo que te inventé en mi mente).
Debí haber amado al pájaro de trueno, no a ti;
Al menos cuando la primavera llega ruge nuevamente.
Cierro los ojos y el mundo muere.
(Creo que te inventé en mi mente). "
sábado, octubre 29, 2005
QUIERO
Una buena conversación. Tokio me vale.
Lo importante es la compañía. Tú mismo
serías una buena elección. Pero tienes que
hablar. Puedes usar los ojos o las palabras.
Un beso secreto, prohibido. Tienes
que arrancarme un beso, sin que
lo espere. Que me sorprendas, valiente.
Un paseo otoñal. No tienes
por qué esposarme. Tus
manos ya me atan suficiente.
Entrar en tu jardín, atravesarte, recorrer
los laberintos que te conforman. Perderme
en ti.
Que me comas el corazón. Sólo eso.
Que lo devores.
viernes, octubre 28, 2005
jueves, octubre 27, 2005
Has soltado la pluma. Tu muñeca se tuerce, tus dedos se entumecen. Nuestros ojos se cierran a tu voluntad.
No habrá más canciones tristes, más preguntas sin respuesta, más dolor.
Vas a salir a la calle, a cruzar laberintos, a encontrarte a ti mismo. Y cuidarte, y pensarte. Nadie puede hacerlo mejor.
Hay momentos de huida en la vida de todos, instantes de cerrar ventanas e instantes de salir afuera. Y gritar.
Para Kurdo y Rey Sombra y para todos aquellos que tengan la necesidad de desconectar.
martes, octubre 25, 2005
domingo, octubre 23, 2005
viernes, octubre 21, 2005
jueves, octubre 20, 2005
martes, octubre 18, 2005
lunes, octubre 17, 2005
viernes, octubre 14, 2005
Desayuno en Tiffany's (fragmento)
[No he podido evitarlo... me encanta]
martes, octubre 11, 2005
lunes, octubre 10, 2005
viernes, octubre 07, 2005
jueves, octubre 06, 2005
lunes, octubre 03, 2005
domingo, octubre 02, 2005
sábado, octubre 01, 2005
miércoles, septiembre 28, 2005
- ¿Qué?
- Hablo de mí, de nosotros.
- No comprendo.
- Digo que si no eres capaz de pararte a pensar un poco en mí no sé qué esperas de esto.
- ¿Qué espero de qué?
- ¿Lo ves? No me escuchas.
- Claro que te escucho, lo que pasa es que no te explicas bien.
- Ah, lo que faltaba. Resulta que yo no me explico.
- A ver, no te mosquees. ¿Qué te pasa?
- ¿No ves cómo no te fijas?
- ¿En qué?
- Es igual
- No, coño, no es igual. ¿Qué pretendes decir?
- Si es que no vas a cambiar nunca...
- Y dale...
- Oye, no te pongas así ahora, que la que lo está pasando mal soy yo
- Pero, ¿por qué?, ¿me lo quieres contar?
- Deberías saberlo
- ¿Cómo lo voy a saber si no me lo dices?
- Hay cosas que no hace falta decirlas
- Bueno, pues no me lo digas...
- ¿Ves cómo no te interesa lo que pasa?
- Joder, es que si no me lo quieres contar, ¿qué quieres que haga?
- Nada. No importa. Nunca lo ibas a entender.
martes, septiembre 27, 2005
Se han hecho tantas películas que hablan de amor. Se me vienen a la cabeza títulos como Casablanca, Dolls, El Hijo de la Novia y tantas que ahora no recuerdo porque estoy sobrecogida. He traído a mi memoria escenas de Rompiendo las Olas, la película más triste que jamás haya visto. La más dura, la más dolorosa. Hace mucho que la vi. Prometí no volver a hacerlo en mucho tiempo. Requiere preparación. Requiere fuerza. Nunca sentarme a mirar una pantalla había inundado tanto mis ojos. Imágenes tan desgarradoras que las vives, o mejor, las padeces. Amar no es amar si no amas como ella, con esa inocencia, esa dulzura, ese desprendimiento, esa forma tan generosa y atormentadora de querer.
domingo, septiembre 25, 2005
sábado, septiembre 24, 2005
jueves, septiembre 22, 2005
miércoles, septiembre 21, 2005
martes, septiembre 20, 2005
lunes, septiembre 19, 2005
sábado, septiembre 17, 2005
"El demorado anochecer de septiembre es un tren de pensamiento, una herida
que no sangra, hierba muerta sin morir,
sin renuevos, sin elegancia,
El demorado anochecer de septiembre,
limpio de adjetivos, máxima abstracción y esplendor.
Se ha dicho que hay un final para la asignación de los nombres.
Se ha dicho que todo lo escrito está vacío.
Se ha dicho que los escorpiones danzan donde el lenguaje fracasa y cede.
Se ha dicho que algo brilla en cada oscuridad,
que algo resplandece.
Apoyados contra lo invisible, vencidos asentimos.
La noche se extiende sobre las hojas caídas
vuelta conocimiento en el patio de atrás,
desoladas sílabas
nos leen y nos marcan, apoyados contra lo invisible.
Luminosos nuestros sueños, fuego arrojado sobre el mundo.
Llega la mañana y todo se va.
La luz del sol oscurece la tierra".
viernes, septiembre 16, 2005
jueves, septiembre 15, 2005
Tienes dedos de pianista. O de máquina de escribir. No sé si sigues tocando el piano. Nunca me dedicaste ninguna canción. Ya lo sé, yo tampoco. Mi guitarra sólo sirve para coger polvo. En eso se parece a mi corazón. Soy demasiado inconstante y me siento incapaz de tocar dos acordes seguidos. Le he encontrado una utilidad, no te creas. Decora mi habitación: la funda hace juego con las paredes. Azul cielo. Cielo azul. Mar azul. Azul mar(ino). Respecto a lo de la máquina de escribir... sé que prefieres la pluma. Yo no estoy muy segura. Me cuesta sostener el bolígrafo más de dos "te quiero" seguidos.
miércoles, septiembre 14, 2005
No te preocupes. Tú también le encantas. Le gusta que le busques las cosquillas. Que le des besos en la mejilla (y se siente pequeña). Le encanta cuando la abrazas para que no tenga frío y le cantas al oído, y le susurras. Cuando te pones serio y cree que te has enfadado. Cuando estallas a reír. Le gusta que le cuentes cincuenta veces la misma historia y que te sepas los diálogos de las películas y los digas por encima de los protagonistas (salvo si es Paul Betanny). Y que la mires a los ojos con cara de pena, como implorando un beso que sabes que no va a negarte. Le encanta tu fragilidad y cómo la escondes. Le gusta cómo bailas (es cierto) y la forma que tienes de sonreír, y de quererla.
martes, septiembre 13, 2005
MIEDO
La miraste con miedo. Casi no te atrevías a sonreír. No sabías muy bien si lo tenías prohibido o es que a tu boca nunca le había dado por abrirse del todo. No quiero estropearlo, te decías mientras la mirabas a los ojos. Ella te respondió, quizá inquieta al sentirse observada. Nunca la han mirado tanto rato seguido. Nunca salvo aquella vez en que la mataron de una mirada. Apenas se acordaba pero no podía evitar sentirse incómoda. Tenía miedo también. Miedo de tu mirada, de tu no sonrisa, de tu silencio. Miedo y, al mismo tiempo, curiosidad. Curiosidad en saber cuántas vidas le quedan al gato. No dijiste nada en toda la noche. Sólo contemplabas cómo se retorcía entre las sábanas, cómo te daba la espalda para mirar el paisaje. Esa escena pictórica de una habitación sin vistas, sin luz, sin sonrisas. La observabas retirarse el pelo de la cara. Te encantaba ver cómo se le enredaba entre los dedos, los mismos que habían jugueteado por tu piel minutos antes. La primera vez que un juego no me arranca una sonrisa, pensaste. Tenías miedo. Tenía miedo. Teníais miedo el uno del otro. Ella no perdonaba que no hubieras sonreído. Tú no le perdonabas no hacerte sonreír. Se agarró con fuerza a la almohada, quizá intentando recuperar algo de lo que tuvisteis. No te atreviste a abrazarla con ganas, a contemplar con ella el paisaje oxidado. La dejaste sola, al otro lado del colchón, retorcida, como una niña pequeña que tiene miedo a la oscuridad. Estaba aterrorizada. Tenía miedo de ti. De tu oscuridad. No tenías ventanas. No dejabas ver tu paisaje. Te incorporaste de la cama. Te sentaste en el borde del colchón. Te vestiste. Cogiste tus cosas. Saliste de la habitación sin mirarla siquiera. Tenía los ojos secos, rojos, fijos en el paisaje. Ni siquiera el portazo le hizo parpadear. Se levantó con cuidado. Puso su mano sobre la pared y se quedó mirándola, temblando. Pudo verte cruzar la calle despacio. No te diste la vuelta.
lunes, septiembre 12, 2005
domingo, septiembre 11, 2005
sábado, septiembre 10, 2005
viernes, septiembre 09, 2005
jueves, septiembre 08, 2005
Lo pondré en remojo. Le daré de comer tres veces al día. Le susurraré cosas bonitas al oído hasta que vuelva a latir. Entonces colgaré un cartel en letras negras que diga: Cerrado por Derribo.
miércoles, septiembre 07, 2005
lunes, septiembre 05, 2005
Desapareció.
No dijo nada.
Ningún gesto que le hiciera presagiar el final de la línea discontinua que estaban trazando. Se quedó sola.
Esperando una llamada, un beso de despedida, un adiós. Pero se marchó como se marchaba cada tarde y lo único que oyó fue un hasta luego.
No volvió.
La dejó en penumbra, buscándole a tientas, intentando tocar con los dedos algún trocito de lo que tuvieron. “Siempre acudes a rescatarme”, decía. Y era verdad.
Lo quería tanto que olvidaba quererse a sí misma. Sabía descifrar cada frase que escribían sus ojos. Entraba en ellos abriendo puertas cerradas, atravesando paredes. Y encontraba miedo; también mucho amor.
Pero ese día, se le fue de las manos. Olvidó mirarle a los ojos y no supo ver el final.
No supo ver las verdades a medias, las medias mentiras, los párpados cerrados a fuerza de voluntad.
Bebió un poco; se metió en la cama. Trató de encontrar los porqués. Pero no había nada. Comenzó a leer las cartas, los mensajes. Sacó del baúl la caja de recuerdos y vio cómo salían a borbotones. Le empaparon el cuerpo y ahora no consigue escapar de ellos.
Pero “la vida sigue”, le dicen. Y ella lo sabe.
Sabe que hay algún camino más allá de esos ojos, que hay vida más allá de sus besos. Pero hay veces en que saberlo no sirve de nada. Ha perdido la orientación, el rumbo.
Vertió tanto que cree estar vacía. Como si por cada arteria de su cuerpo circularan sólo esos recuerdos. La asfixian, le oprimen el pecho, le impiden respirar, tomar aire.
Sueña con encontrar un desvío en la carretera de su cuerpo; o salir del coche, bajarse en marcha, salir corriendo.