lunes, julio 31, 2006

Mar

Cierro los ojos y estoy allí. Estoy contigo. Y saltamos las olas y vemos las estrellas y dibujas constelaciones en mi espalda. Casi me basta con cerrar los ojos y desearlo fuerte. Entonces, noto tu mano. Siento tu mano apretando la mía y tu boca se acerca a mi oreja y me canta en susurros. Puedo oírte con sólo quererlo. Casi puedo sentirte a mi lado. Y me da el viento en la cara mientras me agarro fuerte a tu cintura. Tienes los dedos enredados en mi pelo y te encanta. Y a mí me encanta que huelas a salitre y me lleves en coche a lugares soñados. Y cierro los ojos y me veo caminando entre rocas, paseando en la arena, intentando subirme a una lancha de tu mano. Apenas necesito cerrar los ojos y ya estoy allí, ya se acercan tus labios, ya te alcanzan los míos.

miércoles, julio 19, 2006

Et Moi Aussi

Se queja a medias porque no la lleva a la ciudad de la luz y a los besos a la orilla del río más bonito del mundo.

París es amor y punto.

Pero ella no lo sabe, no lo bastante porque de haberlo sabido se habría escapado sola y le habría mandado una fotografía en blanco y negro y una súplica: ven a por mí, que no entiendo estas calles si no estás. Y él habría ido en un caballo blanco como en la película y habría escalado la torre hasta encontrarla en la cumbre, mirando las estrellas y perdiendo la cuenta. Y se habrían besado allí arriba contemplando la inmensidad de una ciudad que sólo sabe gritar palabras de amor en francés, o palabras que en francés suenan a palabras de amor.

Las calles de París.

Le han contado que lo mejor de esta ciudad son los rincones, los pequeños detalles que se cuelan entre las grandes avenidas, los restaurantes pequeños con encanto, la calle de las flores, las tiendas de té de siempre y los músicos callejeros que adornan cada una de sus esquinas. Pero lo mejor de todo es el olor y la luz, que dan paso a la tercera parte.
Vista, oído, gusto, tacto, olfato.
Porque París es eso: la mejor estimulación de los sentidos. Y lo mejor de todo es que no hace falta receta médica, sólo un billete de avión o una litera pequeña de un tren que viaja de noche. Huele distinto a todas las ciudades y huele a flores y a comida y a tantas cosas distintas y tan difíciles de explicar... Y sabe a jabón y a baño relajante y a sábanas blancas recién estrenadas y casi se puede tocar esa luz que ciega y esclarece todo a la vez y que cambia todos los edificios según la hora. Y los tejados, que son un paraíso aparte y casi te mueres por subirte a ellos junto a él para ver pasar todos los gatos negros del mundo que ya se han instalado aquí por siempre, y ver los puestos de fruta a medianoche y a los amantes que pasean bajo paraguas rojos compartidos y botas de agua para saltar los charcos.
Y pienso.
Que merecéis una escapada y que París despierta las mentes más reacias, abre corazones, los enciende, los pone en marcha y que es imposible ir para no jurarse volver, para no prometerse otro baile, otro paseo, una cena en un barco que recuerda a Antes del Atardecer.
Que París inspira libros, películas y canciones y que todo suena más bonito en francés y huele mejor en sus escaparates. Por eso todos vuelven. Por eso todos los para siempre viajan en batobus.

lunes, julio 17, 2006

Arq.

Cuando era pequeña ya sabía que, si existían los príncipes, el mío iría con un montón de planos bajo el brazo y lápices de todo tipo en los bolsillos. Soñaba con él, con mi príncipe construye todo: que todo lo reinventa, que da sentido al asfalto. Es la profesión más artista de todas, por encima de la pintura, de la escultura, del cine o de la fotografía. Porque hace espacio, crea en volúmenes y permite que los atravieses, los recorras o que te quedes ahí dentro cuanto quieras y lo habites.
Y no hay nadie como él. Estoy segura. Llegará tan alto como esos edificios que anhela construir y callará a los incrédulos y a los desconfiados. Porque sus lápices -también- se han enamorado de sus dedos y ya no hay nada que hacer. Y sus dedos dependen de un corazón que late sin ritmo fijo porque no le gusta lo de siempre y busca otros sonidos, inventa y vibra y mueve.

viernes, julio 07, 2006

Ni siquiera se asusta. Ni cuando le digo cuánto cuánto le quiero ni cuando me lanzo a su cuello y me cuelgo de él y no consigue arrancarme porque apenas lo intenta. No se asusta. Me dice que le pasa lo mismo y que no me imagino cuánto cuánto me quiere. Pero ya lo sé y me gusta saberlo. No es como antes, cuando intentaba pensar que no me quería aunque sabía que estaba loco por mí. Así, se compensaba y al final resultaba que me quería un poco y me hacía ilusión. Pero ahora es distinto y soy feliz conociendo cuánto cuánto me quiere. Adoro esa consciencia de ser amada. Adoro saber lo que significo para él y que me sueña a su lado cada noche y en cada desayuno. Y saber que es igual desde este el otro lado de la luna, que le llevo en la sangre y protegiendo cada articulación y no entiendo las calles sin sus mapas.
Lo mejor del amor es cuando empiezas a saber todo lo que implica, cuando notas cómo te baña de sentido, cuando eres amor, cuando eres.

miércoles, julio 05, 2006

The Bee's Knees

Hace un calor sofocante y no es igual que el calor de tu cuerpo junto al mío en una tarde de siesta. No es lo mismo ni la música es la misma aunque salgan los mismos acordes de la minicadena. Ya lo sé, es sólo cuestión de horas o de días. Que tú y yo ya juramos no separarnos nunca más de un ciclo lunar. Pero duele igual, y lo sabes. Y sonreir no es tan fácil ni las películas terminan como cuando te quedas a verlas a mi lado. Ni siquiera se respira el mismo aire en las calles. Yo sólo quiero saber transmitirte cuando no estás. Enseñar todo lo que he aprendido contigo. Llevarte en la cara a cada paso que dé. Me lo pediste una vez, dejar las lágrimas para las noches en vela, pero no es tan fácil -nadie dijo que lo fuera- y soy tan mala alumna y hace tanto calor en la calle...