jueves, diciembre 01, 2005

Y no era más que una canción pero se había colado en mi cabeza. Me acompañaba a todas partes. La tenía anudada en la boca del estómago. Mi cuerpo fue el pentagrama que no dudaste tocar. Tus dedos, para dar la nota perfecta, me desgarraban por dentro. Tú sólo querías hacer la mejor interpretación, y que te aplaudieran. Yo te aplaudo. Puedes venir al cementerio a ver mi gran ovación.

5 comentarios:

ayn dijo...

...y cada acorde se mecía en tus párpados; las corcheas y las fusas arrancaban los ojos de las lágrimas pegadas al reverso de la piel, sostenidos entre bemoles, quedaron tus sueños melódicos y por la noche, el diabólico sonido del jazz ponía en clave de fa tu cuerpo... Te pondremos flores de Piratas y lloraremos en tu sepelio.

...mis notas yacen 5 metros por debajo, nos vemos...

Aura dijo...

Esto me recuerda a Basil, si hubiera sido músico. Conseguir la obra artística perfecta y después, ¿donde queda el modelo o la musa?
Bonito texto.

Un abrazo.

E dijo...

Está comprobado: los disfraces de músico-poeta-pintor-fotógrafo-actor (artista) son los preferidos de los homicidas alevosos.

Pero qué preciosas tus palabras.

Anónimo dijo...

cuantas veces fui solo una gran canción.. .solo eso... para q el artista se luciera y luego me dejaba en un rincón olvidada... cuantos horas, días y años esperé q alguien volviera tocarme, sintiendome pequeña... Hoy empiezo a comprender q la melodia viene de mi interior y no necesito a nadie para ser una gran canción.. besos

Pekisch dijo...

precioso..de verdad
me ha encantado