domingo, octubre 30, 2005
Sylvia Plath
Canción de amor de la joven loca
"Cierro los ojos y el mundo muere;
Levanto los párpados y nace todo nuevamente.
(Creo que te inventé en mi mente).
Las estrellas salen valseando en azul y rojo,
Sin sentir galopa la negrura:
Cierro los ojos y el mundo muere.
Soñé que me hechizabas en la cama.
Cantabas el sonido de la luna, me besabas locamente.
(Creo que te inventé en mi mente).
Dios cae del cielo, las llamas del infierno se debilitan:
Escapan serafines y soldados de satán:
Cierro los ojos y el mundo muere.
Imaginé que volverías como dijiste,
Pero crecí y olvidé tu nombre.
(Creo que te inventé en mi mente).
Debí haber amado al pájaro de trueno, no a ti;
Al menos cuando la primavera llega ruge nuevamente.
Cierro los ojos y el mundo muere.
(Creo que te inventé en mi mente). "
Canción de amor de la joven loca
"Cierro los ojos y el mundo muere;
Levanto los párpados y nace todo nuevamente.
(Creo que te inventé en mi mente).
Las estrellas salen valseando en azul y rojo,
Sin sentir galopa la negrura:
Cierro los ojos y el mundo muere.
Soñé que me hechizabas en la cama.
Cantabas el sonido de la luna, me besabas locamente.
(Creo que te inventé en mi mente).
Dios cae del cielo, las llamas del infierno se debilitan:
Escapan serafines y soldados de satán:
Cierro los ojos y el mundo muere.
Imaginé que volverías como dijiste,
Pero crecí y olvidé tu nombre.
(Creo que te inventé en mi mente).
Debí haber amado al pájaro de trueno, no a ti;
Al menos cuando la primavera llega ruge nuevamente.
Cierro los ojos y el mundo muere.
(Creo que te inventé en mi mente). "
Tú existes porque yo te imagino, porque mi mente te inventa cada día; te construye. Nos conocimos una noche en una fiesta. Era un baile de disfraces. Yo te vestí con una máscara para no verte los ojos, para no engancharme. Bailamos de espaldas para no sentir tu cuerpo, para no contagiarme. Y me hiciste feliz mientras te tuve en mi mente. Lo malo es cuando entendí que, para resucitar al mundo, tenía que levantar los párpados.
sábado, octubre 29, 2005
QUIERO
Una buena conversación. Tokio me vale.
Lo importante es la compañía. Tú mismo
serías una buena elección. Pero tienes que
hablar. Puedes usar los ojos o las palabras.
Un beso secreto, prohibido. Tienes
que arrancarme un beso, sin que
lo espere. Que me sorprendas, valiente.
Un paseo otoñal. No tienes
por qué esposarme. Tus
manos ya me atan suficiente.
Entrar en tu jardín, atravesarte, recorrer
los laberintos que te conforman. Perderme
en ti.
Que me comas el corazón. Sólo eso.
Que lo devores.
viernes, octubre 28, 2005
jueves, octubre 27, 2005
Te vas por un tiempo. Minimizas tu mirada al mundo. Cuelgas el cartel de "ausente". Te quieres perder.
Has soltado la pluma. Tu muñeca se tuerce, tus dedos se entumecen. Nuestros ojos se cierran a tu voluntad.
No habrá más canciones tristes, más preguntas sin respuesta, más dolor.
Vas a salir a la calle, a cruzar laberintos, a encontrarte a ti mismo. Y cuidarte, y pensarte. Nadie puede hacerlo mejor.
Hay momentos de huida en la vida de todos, instantes de cerrar ventanas e instantes de salir afuera. Y gritar.
Para Kurdo y Rey Sombra y para todos aquellos que tengan la necesidad de desconectar.
Has soltado la pluma. Tu muñeca se tuerce, tus dedos se entumecen. Nuestros ojos se cierran a tu voluntad.
No habrá más canciones tristes, más preguntas sin respuesta, más dolor.
Vas a salir a la calle, a cruzar laberintos, a encontrarte a ti mismo. Y cuidarte, y pensarte. Nadie puede hacerlo mejor.
Hay momentos de huida en la vida de todos, instantes de cerrar ventanas e instantes de salir afuera. Y gritar.
Para Kurdo y Rey Sombra y para todos aquellos que tengan la necesidad de desconectar.
martes, octubre 25, 2005
Bebía los vientos por ti. Te peinaba la espalda a besos. Parecía que quisiera llevarse tus miedos en cada uno de ellos. Tú sentías cómo entraba en tu endodermis. Suave, lentamente, como era de esperar. Te daba la impresión de que había nacido para eso: tu ángel de la guarda en noches cerradas que te golpean los huesos. Ella se tumbaba sobre ti, cubriéndote la espalda: para que no tuvieras frío, para que no te diera miedo. Solía cantarte al oído: "look at the stars, look how they shine for you" y tú dejabas caer tus párpados por primera vez en la vida. Por un instante, cada noche, apartabas tus miedos, se secaban las lágrimas. Por fin podías dormir tranquilo.
domingo, octubre 23, 2005
Era la chica sin-sonrisa. Tú eras contrabajista-contrabandista. Le cambiaste un beso por sus manos y ahora hasta tocas mejor. Ella se quedó con un beso-en-la-boca y unos brazos-sin-final-feliz. Tú has conseguido grandes logros en la música pero te has quedado sin sobres-beso de regalo. Es la historia de la chica-sin-manos y el chico-sin-labios. Tú has aprendido a cogerla por la cintura; ella ha entendido que hay más tierra por besar. Os quereis tanto que creeis haber salido ganando con el pacto. Aun así hay quien dice que planea una venganza. No tiene risa ni manos pero le sobra con besos-de-plastelina-roja. Tú, pobre-contrabajista, has perdido tus labios y ahora ya no te queda instrumento para cerrarte la boca y que no te pueda besar.
viernes, octubre 21, 2005
Quiero ser un animal, a veces. El vivir humano es más que tener vida y yo estoy cansada. El esfuerzo diario por lograr ser un poquito diferente del resto de seres vivos está acabando conmigo. Hoy me gustaría deshacerme de los problemas con una simple ducha purificadora. Me encantaría dejar de lado este sentimiento de culpabilidad que me destroza. Quiero ser un animal. No preocuparme hoy más que de llevarme un poco de comida a la boca y descansar. Lo peor del hombre es la conciencia, que nada tiene que ver con la religión. Por muy lejos que quieras huir de Dios, por muy apartado que hayas estado siempre, esa voz no nos abandonará jamás mientras sigamos siendo humanos. Yo hoy me siento como una criminal consciente de que en un momento u otro empezaré a pagar por mis pecados. Y quiero ser un animal y no pensar en ello hoy. Quiero un día libre. No cuestionarme nada, no martirizarme. Dejar estas lágrimas para otra ocasión. Quiero ser un animal que es capaz de dejar a sus crías para que aprendan solas. Yo nunca fui capaz de marcharme. Tampoco te dejé ir. La obsesión llegó tan lejos que hoy no puedo dejar de sentir este peso sobre mí constantemente. Han pasado diez años y aquí sigo. El ser humano se equivoca y se arrepiente pero lleva su error en sus venas hasta que muere. Yo no quiero morirme hoy. Quiero ser un animal. Merezco una muerte más cruenta. Un asesinato, por ejemplo. Quiero que me mate un rival más fuerte que yo. Quiero dejar de ver tu sangre en mis manos.
jueves, octubre 20, 2005
"Te quiero porque tienes las partes de la mujer en el lugar preciso y estás completa. No te falta ni un pétalo, ni un olor, ni una sombra. Colocada en tu alma, dispuesta a ser rocío en la yerba del mundo, leche de luna en las oscuras hojas. Quizás me ves, tal vez, acaso un día, en una lámpara apagada, en un rincón del cuarto donde duermes, soy la mancha, un punto en la pared, alguna raya que tus ojos, sin ti, se quedan viendo. Quizás me reconoces como una hora antigua cuando a solas preguntas, te interrogas con el cuerpo cerrado y sin respuesta. Soy una cicatriz que ya no existe, un beso ya lavado por el tiempo, un amor y otro amor que ya enterraste. Pero estás en mis manos y me tienes y en tus manos estoy, brasa, ceniza, para secar tus lágrimas que lloro. ¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras me dirás que te amo? Esto es urgente porque la eternidad se nos acaba. Recoge mi cabeza. Guarda el brazo con que amé tu cintura. No me dejes en medio de tu sangre en esa toalla."
Jaime Sabines Autonecrología V., de Yuria
Tus ojos, sin ti, se quedan viéndome y tus manos, sin querer, me tocan. Me has probado. Era el trocito de chocolate negro del helado de chocolate que devoraste. Y me has escuchado en cada canción que se te cuela en la cabeza pero tus orejas perfectas no lo han notado. Y tu cama aún huele a mí y cada noche tu nariz me roza, aunque no te des cuenta. No lo sabes pero estoy ahí, sigo a tu lado. Me has mirado de lejos también pero no me has encontrado ni has sentido mi textura en tu lengua, ni mi voz susurrándote al oído. Tampoco te has percatado de que tu perfume y el mío siguen haciendo buena mezcla y que mis manos han endulzado tus sábanas para que cada madrugada, cuando duermas, sueñes a gusto con otra.
martes, octubre 18, 2005
Era roja y brillante. Como tus labios. Y me supo a tu boca. No sabría explicarlo. Nunca supe describir sabores. Como aquella vez que tú me preguntaste por mi irresponsable adicción a la canela. Se me antojaba tan apetecible que no pude resistir la tentación. Como la de besarte los labios. Y como a tu boca le pegué un mordisco lento y suave. Y no vino a rescatarme ningún príncipe azul. Esta vez tampoco.
lunes, octubre 17, 2005
SI TE VAS
Si tú te vas no quedará nada. Mi memoria puede llegar a jugarme malas pasadas. Lo sabes. Probablemente ya ni te recuerde dentro de dos sábados. Habré olvidado tus besos, tus desayunos, tus poemas noctámbulos. No quedarán siquiera las fotografías que hicimos bajo las sábanas. Se habrán difuminado, como los recuerdos, como las mentiras. Si tú te vas, si me dejas ahora, no creas que esperaré sentada tu regreso. Sigo sin creer en los cuentos de hadas; será porque en tanto tiempo no me contaste ninguno. Supongo que se irán contigo los paseos descalzos con el asfalto ardiendo a nuestros pies y la mirada al cielo, esperando estrellas fugaces que nunca se cruzaron en nuestro camino. Será que no nos dimos la mano con suficiente fuerza. Será que nuestros labios no se dijeron nada. Si tú te vas, te lo llevarás todo. También los días nublados, las lágrimas derramadas. Si me dejas vacía, que sepas que también te llevas el dolor, te lo llevas todo. Si tú te vas, si te comes con cuchara todo lo que tuvimos... me lo quitas todo, también la sangre de las muñecas.
viernes, octubre 14, 2005
Truman Capote
Desayuno en Tiffany's (fragmento)
[No he podido evitarlo... me encanta]
Desayuno en Tiffany's (fragmento)
[No he podido evitarlo... me encanta]
"No se enamore nunca de ninguna criatura salvaje, Mr. Bell. Esa fue la equivocación de Doc. Siempre se llevaba a su casa seres salvajes. Halcones con el ala rota. Otra vez trajo un lince rojo con una pata fracturada. Pero no hay que entregarles el corazón a los seres salvajes: cuanto más se lo entregas, más fuertes se hacen. Hasta que se sienten lo suficientemente fuertes para huir al bosque. O subirse volando a un árbol. Y luego a otro árbol más alto. Y luego al cielo. Así terminará usted, Mr. Bell, si se entrega a alguna criatura salvaje. Terminará con la mirada fija en el cielo."
Porque se dejó las huellas dactilares en tu cuerpo. Porque te cedió su piel. Por eso ahora no existe. Ha perdido toda la información vital. No figura en el registro desde hace días. Desde que te fuiste con todo lo que te dio. Sólo es un ser deambulante en busca de identidad. No tiene nombre. Ha perdido sus apellidos, su número. El cartel de su buzón ha desaparecido. A los cuentos que escribió se les borró la firma. No existe para nadie. Ni siquiera tú la recuerdas, aunque por tu sangre circula todo su aroma. Desagradecido.
martes, octubre 11, 2005
lunes, octubre 10, 2005
Con cuidado. Trátame con cariño. Hoy me siento frágil. Puedo romperme en mil pedacitos. Como entonces. No grites. No muerdas. No arañes. Con cuidado. Suavemente. Un beso dulce. Abrázame fuerte. No tanto. Cántame una canción al oído. Dame la mano. Hagamos otra con diez dedos. Mírame a los ojos. Ayúdame a cruzar la calle. Tengo miedo. Hay mucho ruido. Llévame a tu lugar secreto. Dame de comer. Déjame beberte. Con cuidado.
viernes, octubre 07, 2005
Me conmueves. ¿Te lo había dicho alguna vez? Llevo tiempo pensándolo y nunca te lo he dicho. Recuerdo aquella vez en el parque tantas veces compartido. Me arropaste las manos con las tuyas. Yo tenía frío y estaba nerviosa. Tú también lo estabas, lo confesaste después. Yo te quise un instante. Hay veces en que el amor me dura un minuto, otras más. En aquel momento me duró el tiempo en que mantuve calientes las manos. Ahora te quiero por otros motivos. Te quiero porque me conmueves y porque me pinchaste ahí dentro, donde se concentran todos los sentimientos posibles. Es una especie de órgano rojo recubierto de una membrana de terciopelo azul. Tú levantaste la membraba con cuidado y colocaste tus manos como lo haces cada vez que llueve y quieres que te golpee dulcemente. Lo bueno de todo esto es que no has roto la membrana azul. La has dejado ahí, retirada simplemente. Te llegó muy dentro cuando te dije que me la rompieron una vez. Y, al fin y al cabo, tú sólo quieres proteger mi órgano rojo con tu propia vida y tienes el detalle de dejar la membranita por si algún día mueres, o por si te mato, para que yo no muera más.
jueves, octubre 06, 2005
-Dueles
-No es verdad, te haces daño tú sola.
-Créeme, hace tiempo que dejé lo de cortarme las venas. Ahora quiero vivir.
-No lo parece.
-¿Cómo quieres que viva de esta manera?
-¿De cuál?
-Creyendo todo lo que dices.
-Haces bien en creerme.
-Depende de cuál sea tu propósito.
-¿Mi propósito?
-Si lo que quieres es matarme, lo estás consiguiendo.
-Muy bien. Entonces me voy.
-En tu línea... cobarde.
-No voy a discutir ahora. Luego hablamos. Necesito coger aire.
...
Me despierto a las tres de la mañana y no estás. He dejado las ventanas abiertas por si vuelves en mitad de la noche. Quizás te acuerdes de que olvidaste despedirte de mí y vengas a mi cama y me des un abrazo. No te espero tampoco pero aún te reservo tu lado del colchón. Quién sabe. Quizá te acuerdes de que sigo aquí, esperando. He pedido que no apaguen las farolas, por si acaso. Tampoco me he deshecho de tu libro de noche. No me atrevo a leerlo pero lo he abierto para ver tu letra marcando la primera página. Un día de estos voy a pedir que la estudien. Yo no sé descifrar mensajes ocultos. Sólo entiendo de hechos. Quizá comprenda así que el aire de mis labios te oprimía el pecho.
lunes, octubre 03, 2005
Hoy me he escondido por el centro un rato. Lo justo para perderme de vista a mí misma. Que ya estoy cansada de mí y de ti y de todos vosotros. Pero, sobre todo, he querido sentirme un puntito más en el mapa, un toque verde y fucsia en medio de una mancha de color. He mirado a los ojos de la gente. He tomado notas [La chica que se sentó a mi lado en el vagón estaba triste y la de enfrente descubrió que yo también lo estaba]. Luego deambulé por el centro comercial. Subí y bajé las mismas escaleras varias veces. Sólo hasta que averigüé qué hacía allí. Nada, pensé. Luego lo recordé y tuve que volver de nuevo. El pañuelo, al principio imprescindible, comenzó a oprimirme el cuello. Casi lo hizo con la fuerza de tus manos. Me lo arranqué en un ataque de histeria y comprobé las heridas que había dejado en mi piel. Aún me duele. Nadie se percató. Podría haberme muerto allí mismo en ese momento. Podría hacerlo aquí ahora. Qué más da. Sólo soy un puntito más en el mapa. Eso sí, verde y fucsia.
domingo, octubre 02, 2005
sábado, octubre 01, 2005
El otro día fui al dentista. Es de las pocas cosas que no han cambiado desde que era niña. Odiaba los pimientos y ahora me encantan, y el tomate y los kiwis y un sinfin de aspectos que he ido aceptando a medida que crecía y maduraba. Pero lo del dentista es otra cosa. Odiaba y odio cuando me pone ese molde rellendo de flúor que hace que me atragante y el ruido que se te cuela en los oídos cuando te hacen una limpieza. Y esa sensación de estar pasándote un cuchillo entre los dientes y las encías. Es horrible. Y encima me ha dicho que el problema es que no aguanto el eléctrico hasta que empieza a hacer el ruidito para que lo apagues. Claro que no. No tengo tanta paciencia. No puedo dedicar cinco minutos de mi mañana, de mi tarde y de mi noche a lavarme la boca. Ni otro minuto a hacer enjuagues. Ni otro para quitarme las lentillas y lavarlas. Y lavarme la cara y darme crema. ¿Está loca? No puedo perder tanto tiempo. Si me pusiera a hacer la cuenta se irían alrededor de diez minutos antes de acostarme. Y en ese rato da tiempo a perder el sueño, a despejarte. Por no hablar de los otros diez minutos de cepillado durante el día. Y de los 40 minutos que tardo en ir a la facultad, y los de vuelta. Y las tardes que tengo que volver allí. Y los días en que al profesor se le olvida que tiene clase a las 8h de la mañana y a ti te ha costado tanto madrugar. Y cuando pierdes el metro (mejor cuando te cierra la puerta en tus narices) el día que vas a llegar tarde a clase, o adonde sea. O los dichosos anuncios que llenan la pantalla de cine antes de la proyección (no me meto con la TV porque si no no acabaría nunca), que retrasan varios minutos la película. O cuando ésta es una mierda y has perdido 6 euros y dos horas. O cuando salgo de casa y veo la parada del 152 vacía y giro la cabeza y compruebo que se acaba de ir. Sólo son 20 minutos más, la verdad, no sé por qué me quejo. Al fin y al cabo el día está lleno de momentos perdidos.
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