Después de tantos años, de tanto amor y tanto no querernos, me reúno contigo en esta noche oxidada para contar estrellas y mentiras y volvernos a mirar sin reparar en los ojos.
Han pasado exactamente diez mil trescientas mañanas desde que te fuiste. Sin desayuno en la cama ni balcón al que asomarme.
Han pasado exactamente diez mil trescientas mañanas desde que te fuiste. Sin desayuno en la cama ni balcón al que asomarme.
Hemos cometido más de tres asesinatos seguidos, nos hemos clavado dagas y puñales; hemos derramado sangre y trapos sucios y aprendido a sobrevivirnos y olvidarnos sin olvidarnos del todo.
Han pasado por tu cama más de cinco mujeres sin dejar en el colchón más que sábanas sucias. No diré cuántos hombres han besado mi espalda pero sí cuántos han conseguido que les bese la suya.
Han pasado por tu cama más de cinco mujeres sin dejar en el colchón más que sábanas sucias. No diré cuántos hombres han besado mi espalda pero sí cuántos han conseguido que les bese la suya.
Sólo tú.
Después de tanto alcohol y tanto jazz borracho, vuelves a mí esta noche para curar heridas.
Después de tanto alcohol y tanto jazz borracho, vuelves a mí esta noche para curar heridas.
Ha hecho mucho frío en el cielo este invierno y vienes a buscarme pistas de aterrizaje sin olvidar que, aunque concilié el sueño, jamás logré recuperar sus plurales.