Tampoco hoy va a ser el día en que escriba el poema por el que sería recordada siempre. Ella quería ser admirada por saber traducir sensaciones en todos los idiomas y por hacerlas traducibles ante tanto artista incrédulo y falto de rojo. Pero hoy no iba a ser el día en que encontraría la inspiración y no la dejaría marcharse. Que a base de bollería recién hecha y café caliente no se consigue retener a todos siempre. Como decía, hoy no se iba a levantar con una idea espanta-sueño en la cabeza ni iba a salir corriendo a la calle a beberse nubes y semáforos y canciones de cada escaparate. No, no iba a ser el día. En lugar de ello, se levantó más o menos como siempre y más o menos como siempre pensó en ti y desayunó lo de siempre y no bajó a gritar ni a beberse el mundo ni nada de lo que ocurre cuando aparece la inspiración... que siempre es así, de repente, como cuando tú llegaste.
Quizá tenga que esperar al año que viene, quizá unos días. Eso es lo bueno, que viene cuando le apetece, se queda hasta que se aburre o se enfría el desayuno y te llega sólo hasta donde la dejas pasar.